Dos Taquillas Pal Circo

Una mañana Dieguito Salvaterra, un niño de 10 años que sentia debilidad por los confleis de chocolate entro al supermercado y tiro al piso toda una torre de cajas de conflei pa terminar cojiendo la que quedaba mas cerca de su pie izquierdo. La caja de conflei resulto llevar dentro un premio, dos entradas para el circo. Llevado por el entusiasmo, Dieguito se comio toa la caja de conflei esa misma mañana. Superando su dolor de barriga Dieguito invito al circo a Inesita, su compañera de clase y propietaria de una faldita corta que permitia intuir sus floreadas braguitas rosas por las que Dieguito Salvaterra sentia tanta debilidad como por los confleis de chocolate. Inesita estaba apunto de decir que si cuando Dieguito Salvaterra sufrio un retorcijon y vomito encima de la falda de Inesita que espantada decidio que era demasiado joven para tener novio. Profundamente herido por el rechazo de Inesita, Dieguito Salvaterra volvio sus ojos hacia Doña Marina la maestra de matematicas a la que entrego sus entradas junto con un ejercicio desastrozo esperando que el regalo lo ayudase a subir las notas. Esa tarde Doña Marina noto una cierta debilidad en las piernas que atribuyo al cansancio. Asi que decidio tomarse una taza de cafe en una cafeteria que le quedaba de camino y a la que nunca antes habia entrado. El regalo de las entradas no libro a Dieguito Salvaterra del suspenso pero la maestra decidio quedarselas e invitar al circo a su anciana madre a la que siempre le habian gustado los payasos y los elefantes. La maestra iba a llamar a su madre, cuando sintio que le bajaba la regla, lo que explicaba la debilidad en las piernas. Salio corriendo a comprar unos Kotex y olvido las taquillas del circo junto con el cafe con leche. Y ahi estaba yo intentando encontrarle un sentido a la vida y con dos entradas de circo en la mano. Pero que todavia no se que hacer con las taquillas.